La realidad.


La realidad es una unión, no hay partes. 
Cualquier punto que tires hacia ti, 
arrastra al todo ...

Mi bello.

Como en la piedra fresca
del manantial, el agua
abre un ancho relámpago de espuma,
así es la sonrisa en tu rostro,
bello.

Bello,
de finas manos y delgados pies
como un caballito de plata,
andando, flor del mundo,
así te veo,
bello.

Bello,
con un nido de cobre enmarañado
en tu cabeza, un nido
color de miel sombría
donde mi corazón arde y reposa,
bello.

Bello,
no te caben los ojos en la cara,
no te caben los ojos en la tierra.
Hay países, hay ríos
en tus ojos,
mi patria está en tus ojos,
yo camino por ellos,
ellos dan luz al mundo
por donde yo camino,
bello.

Bello,
tu cintura
la hizo mi brazo como un río cuando
pasó mil años por tu dulce cuerpo,
bello.

Bello,
no hay nada como tus caderas,
tal vez la tierra tiene
en algún sitio oculto
la curva y el aroma de tu cuerpo,
tal vez en algún sitio,
bello.

Bello, mi bello,
tu voz, tu piel, tus uñas
bello, mi bello,
tu ser, tu luz, tu sombra,
bello,
todo eso es mío, bello,
todo eso es mío, mío,
cuando andas o reposas,
cuando cantas o duermes,
cuando sufres o sueñas,
siempre,
cuando estás cerca o lejos,
siempre,
eres mío, mi bello,
siempre.

Lo que he sembrado yo.

Ya no se encantarán mis ojos en tus ojos, 
ya no se endulzará junto a ti mi dolor. 

Pero hacia donde vaya llevaré tu mirada 
y hacia donde camines llevarás mi dolor... 

Fui tuya, fuiste mío. Qué más? Juntos hicimos 
un recodo en la ruta donde el amor pasó. 



Tú serás de la que te ame, 
de la que corte en tu huerto lo que he sembrado yo. 

Vengo desde tus brazos. 

No sé hacia dónde voy. 


(Ay Neruda)

He ido marcando con cruces de fuego.

Yo que viví en un puerto desde donde te amaba,
la soledad cruzada de sueño y de silencio,
acorralado entre el mar y la tristeza. 

callada, delirante, entre dos gondoleros inmóviles. 


Entre los labios y la voz, algo se va muriendo. 
Algo con alas de pájaro, algo de angustia y de olvido. 
Así como las redes no retienen el agua. 


(Apenas quedan gotas temblando)

Sin embargo, algo canta entre estas palabras fugaces. 
Algo canta, algo sube hasta mi ávida boca. 

Triste ternura mía, qué te haces de repente? 

Cuando he llegado al vértice más atrevido y frío,
mi corazón se cierra como una flor nocturna.

Hemos.

Hemos perdido aun este crepúsculo. 
Nadie nos vio esta tarde con las manos unidas 
mientras la noche azul caía sobre el mundo. 

He visto desde mi ventana 
la fiesta del poniente en los cerros lejanos. 

A veces como una moneda 
se encendía un pedazo de sol entre mis manos. 

Yo te recordaba con el alma apretada 
de esa tristeza que tú me conoces. 

Entonces, dónde estabas? 
Entre qué gentes? 
Diciendo qué palabras? 
Por qué se me vendrá todo el amor de golpe 
cuando me siento triste, y te siento lejano? 


Cayó el libro que siempre se toma en el crepúsculo, 
y como un perro herido rodó a mis pies mi capa. 

Siempre, siempre te alejas en las tardes 
hacia donde el crepúsculo corre borrando estatuas.



(P.N)

Recobrar.

Si para recobrar lo recobrado
debí perder primero lo perdido,
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado,

si para estar ahora enamorado
fue menester haber estado herido,
tengo por bien sufrido lo sufrido,
tengo por bien llorado lo llorado.

Porque después de todo he comprobado
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido.

Porque después de todo he comprendido
por lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado.



(no hay arbol caido)
Un amor más allá del amor ...
... por encima del rito del vínculo, más allá del juego siniestro de la soledad y de la compañía. Un amor que no necesite regreso,pero tampoco partida. Un amor no sometido a los fogonazos de ir y de volver, de estar despiertos o dormidos, de llamar o callar. 
Un amor para estar juntos o para no estarlo pero también para todas las posiciones intermedias.  


Un amor como abrir los ojos.
Y quizá también como cerrarlos ..


Hermoso sentir ...

... que ya no duele :)

Las distancias no miden lo mismo.

Las distancias no miden lo mismo
de noche y de día.
A veces hay que esperar el día.
Por otra parte
la oscuridad o la luz
teje de tal manera en ciertos casos
el espacio y sus combinaciones
que los valores se invierten:
lo largo se vuelve corto,
lo corto se vuelve largo.
Y además, hay un hecho:
la noche y el día no llenan igualmente el espacio,
ni siquiera totalmente.
Y no miden lo mismo
las distancias llenas
y las distancias vacías.
Como tampoco miden lo mismo
las distancias entre las cosas grandes
y las distancias entre las cosas pequeñas.



A veces hay que esperar la noche
para que una distancia se acorte ..



(y ya no sea)

Un mundo.

Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo. 
A la vuelta, contó. 
Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. 
Y dijo que somos un mar de fueguitos  

-El mundo es eso - reveló - Un montón de gente, un mar de fueguitos.                                                                              

Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. 
No hay dos fuego iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende. 

se enciende,
 te enciende,
   enciende ...


(a mi fuego, pranayama)

Entre la palabra y el silencio.

No se trata de hablar, ni tampoco de callar: se trata de abrir algo entre la palabra y el silencio. Quizá cuando transcurra todo, también la palabra y el silencio, quede esa zona abierta como una esperanza hacia atrás. Y tal vez ese signo invertido constituya un toque de atención para este mutismo ilimitado donde palpablemente nos hundimos.


Se trata.

Solté el aire.


De repente, de un momento para otro, me di cuenta de que ya no estaba llorando. De hecho, había dejado de llorar en mitad de un sollozo. Me había quedado totalmente vacía de sufrimiento, como si me lo hubieran aspirado. Levanté la frente del suelo y me quedé ahí sentada, sorprendida y casi esperando encontrarme ante el Gran Ser que se había llevado mis lágrimas. Pero no había nadie. Estaba yo sola. Aunque no estaba sola del todo. Me rodeaba algo que sólo puedo describir como una bolsa de silencio, un silencio tan extraordinario que no me atrevía a soltar aire por la boca. Estaba completamente invadida por la quietud. Creo que en mi vida había sentido semejante quietud ...
Entonces oí una voz. No era una voz hueca, ni una voz de esas que te dicen algo extraordinario. Era mi propia voz, ni más ni menos, hablándome desde adentro. Pero era una versión de mi propia voz que yo no había oído nunca. Era mi voz, pero absolutamente sabia, tranquila y compasiva. Era como sonaría mi voz si yo hubiera logrado experimentar el amor y la seguridad alguna vez en mi vida. ¿Cómo podría describir el tono cariñoso de aquella voz que me dio la respuesta que sellaría para siempre mi fe en la divinidad? La voz dijo: Vuelve a la calma, Lau. Y solté aire...

(C.R.A)

El amor empieza cuando se rompen.

El amor empieza cuando Dios termina 
Y cuando el hombre cae, mientras las cosas, demasiado eternas, comienzan a gastarse, 
y los signos, las bocas y los signos, 
se muerden mutuamente en cualquier parte. 
El amor empieza cuando la luz se agrieta 
como un muerto disfrazado sobre la soledad irremediable. 
Porque el amor es simplemente eso: 
la forma del comienzo tercamente escondida detrás de los finales.

Las palabras se desfondan.


Las palabras se desfondan,
salvo en el hueco inasible del poema,
en su loca profecía de presente.

Sólo el silencio permite el reconocimiento.
Pero el silencio ya no existe.
Sólo existen las ruletas enajenadas
que no aciertan ya ningún número
y distraen de la cifra de la muerte.

A veces, sin embargo, el silencio renace
como un espacio que reemplaza al vuelo,
entre ciertas palabras que se olvidan del oído,
ciertos dolores que parecen amores,
ciertas caídas que ascienden no sé dónde.

Entonces el silencio rescata a las palabras
o las palabras abandonan sus traiciones
y generan nuevamente el silencio,
como el único terreno disponible
donde pueden germinar casi en la nada
las semillas que creímos imposibles.

Y si hubiese una cosecha,
aceptaríamos también que esa cosecha
la recogieran otros.